Las unidades de ictus han cambiado radicalmente el pronóstico tras un ictus, disminuye la mortalidad y tiempo de hospitalización. Según publicaciones y guias americanas (AHA/ASA) y europeas (ESO) estos resultados se consiguen con un nivel de evidencia IA, lo que confiere una de las estrategias principales en el desarrollo de los planes de atención al ictus en la población.

     Son esenciales para la monitorización del paciente tras un ictus (se haya administrado o no tratamientos de repefusión), detectar y tratar complicaciones y establecer en muchas ocasiones el diagnóstico del ictus al detectar arritmias cardiacas u otras alteraciones.

     Estos cuidados deben estar protocolizados, publicados y seguir las recomendaciones de guias clínicas, con personal médico y enfermería que conozca y aplique estos protocolos y sus excepcciones.